jueves, 5 de mayo de 2011

EXPOSICIÓN GRUPAL: INFANCIA Y ENFERMEDAD- AULAS HOSPITALARIAS_ 27/04/2011


Esta exposición realizada por Rafa, Mª Ángeles P., Esperanza R. y María Dolores se centró en la infancia y la enfermedad, adentrándonos en la realidad de las aulas hospitalarias. Y es que, en muchas ocasiones cuando alguien enferma y requiere de hospitalización, nos centramos únicamente en los aspectos médicos que les afecta, sin embargo, no atendemos a la vertiente más social y educativa, y su importancia durante el proceso de atención a la enfermedad resulta crucial. En este caso nos centraremos en la figura infantil y las repercusiones socioeducativas de la permanencia duradera de un menor entre los muros de un centro hospitalario.


Para comenzar se realizará una breve aproximación a diferentes términos relacionados con la temática de la exposición desarrollada y que precisan de su aclaración.



En primer lugar comentaremos a qué nos referimos cuando hablamos de infancia, que no es más que todo ser humano que aún no ha alcanzado la mayoría de edad. En esta concepción es necesario tener en cuenta la posibilidad de que se haya alcanzado la mayoría de edad a través de diferentes medios legales. Si fundamental es la delimitación de dicho concepto, no menos importante lo es el de salud y enfermedad, otros de los ejes principales de la misma exposición.



El término “salud” hace mención al estado de bienestar completo y donde no solo ha de contemplarse la factores sanitarios, sino también los sociales o ambientales. Esto es, por ejemplo, en una persona donde no se registra ninguna enfermedad, no tiene por qué decirse de que goza de un estado envidiable de salud, ya que en ella pueda estar incidiendo otros factores que les imposibilita estar saludable (por ejemplo, se siente desmoralizado y debilitado ante la repentina pérdida de un familiar cercano); cuando hablamos de enfermedad lo hacemos para referirnos a un estado de alteración de la salud como consecuencia de una afección.



El marco legislativo en el que se encuadran estas aulas hospitalarias responden a la Declaración de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1959 y más en concreto al artículo 5, el cual establece: El niño física o mentalmente impedido o que sufra algún impedimento social debe recibir el tratamiento, la educación y el cuidado especiales que requiere su caso particular. También se alude a la Convención sobre los Derechos del Niño o el Plan Integral de Atención a la Infancia de Andalucía, si nos ajustamos a nuestro ámbito más próximo.





Cuando un menor pasa a insertar las listas de personas hospitalizadas muchos son los factores que en él van a incidir. Pero éstos únicamente no se centran en la propia persona enferma, sino que también afectan a su entorno más cercano, principalmente su familia. En ocasiones, y mayormente producido durante esta etapa, la hospitalización supone para el niño/a un shock emocional que puede tener serios riesgos si la estancia se prolonga durante un tiempo considerable. Esta situación no beneficia a una posible cura, evolución de la enfermedad por la cual se encuentra allí, algo que en caso de atenderse correctamente produciría el efecto inverso, esto es, podría ser beneficioso para el buen tratamiento de la dolencia que padece.Hablamos pues de un impacto físico, psiquicológico y social en la persona que se adentra en un hospital para ser tratado de cualquier deficiencia del organismo por la cual ha sido destinada al mismo. Es por ello necesaria, para éstos últimos aspectos la atención de un profesional adecuado que trate de reducir en cierto modo los niveles de estrés y ansiedad que en ellos puedan aparecer. Los trabajadores sociales o los psicólogos pueden ser algunas de las figuras profesionales que cabría la posibilidad de que actuasen.




Es algo obvio que el personal sanitario ha de intervenir en este, su terreno por excelencia, para atender a los pacientes. Sin embargo, esta actuación en cierto modo se antoja insuficiente y en la figura de un niño es más que patente. No olvidemos que hablamos de una etapa crucial en el desarrollo de una persona, y lo que en ella ocurra va a tener repercusiones en un futuro. Es un periodo de la vida en la que la imaginación se ha disparar, la creatividad, la interacción entre lo iguales, el aprendizaje de aquello que nos será útil en la vida… pero ¿qué ocurre si el niño/a solo se acostumbra a interactuar con personas adultas, donde no tenga la posibilidad de divertirse jugando, de no disfrutar en el parque como cada tarde hacen sus amigos o donde no tiene posibilidad de escuchar las explicaciones de un profesor? Es precisamente en estas áreas donde las aulas hospitalarias y las ciberaulas han de trabajar, tratando de seguir una línea lúdica, educativa e informativa en su trabajo con los más pequeños.





Para la atención de estos niños y niñas hospitalizados las Consejerías de Educación y de Salud mantienen vigente desde 1.988 un convenio de cooperación para la creación de Aulas Hospitalarias en los centros sanitarios de la Comunidad Autónoma de Andalucía, atendidas por docentes especializados.
Importante también el Decreto 167/2003, de 17 de junio, atendiendo especialmente al capítulo VI que es el que regula las Aulas Hospitalarias. Os dejo el enlace,



http://www.juntadeandalucia.es/compromisos20082012/archivos_repos/0/59.pdf



En la provincia de Sevilla podemos localizarlas en el Hospital Universitario Virgen Macarena, el Hospital Universitario Virgen del Valme y en el Hospital Universitario Virgen del Rocío, ésta última foco de interés para la aplicación práctica de los compañeros que expusieron esta temática.





Los entendidos hablan de una pedagogía hospitalaria que trate a personas que, por sus circunstancias especiales necesitan de una atención específica en materia de educación. Se fines son: complementar la acción médica, enseñar contenidos en el contexto hospitalario, se trata de una derivación de la Educación Social y no solo atañe al tema escolar, sino también a la familia, las amistades. Pero los médicos no tienen la formación ni las competencias suficientes para hacer frente a todos estos aspectos… ¿Qué ocurre pues? Se hace necesaria la presencia de otras figuras profesionales, como los profesores, los docentes. También hemos citado ya a los trabajadores sociales y los psicólogos pero, ¿y los educadores sociales?





Está figura no existe en este ámbito, principalmente porque aún no está considerado este perfil como personal sanitario, algo de lo que sí puede presumir el trabajo social, la otra perspectiva de nuestra titulación. Esta ausencia no supone que no se requiera, pero principalmente sus competencias son asumidas por personal docente o voluntarios. ¿Qué funciones podría realizar en este contexto estos profesionales? Los compañeros propusieron algunas, que trataré de ampliar con otras que considere oportunas y necesarias realizar por éstos:





- Actividades para potenciar la integración del niño/a.



- Reincorporación en el centro escolar de origen.



- Estudio individual de cada menor (vertiente educativa)



- Coordinación del aula hospitalaria con el centro escolar de origen del menor.



- Seguimiento y evaluación de cada caso.



- Trabajo con las familias: información y educación.



- Fomentar actividades recreativas y lúdicas.



- Favorecer el contacto con su entorno más cercano: compañeros, familiares, vecinos, amigos…



- Mediación entre familias y escuelas, escuelas y aulas hospitalarias.



- Seguimiento de los casos en el supuesto de que se les concede un tiempo determinado de estancia en casa, previa a su posterior reincorporación al centro hospitalario.





Como se va describiendo a la largo de los párrafos anteriores es primordial que desde instituciones públicas se fomente la creación de aulas hospitalarias, como hemos visto con anterioridad con la Junta de Andalucía. Es un derecho que ha de atenderse, la hospitalización de un niño/a no ha de provocar un parón en su formación escolar, esto es no ha de producir desavenencias en su itinerario escolar. Pero no solo la formación es el aspecto a atender, sino también el recuperar, mantener los contactos, fomentar el surgimiento de nuevas amistades entre los propios hospitalizados de modo que compartan experiencias, juegos… haciendo lo posible por romper por lo monotonía y la visión perenne de “batas blancas” que recuerda incesantemente el lugar donde se encuentran. Las ciberaulas fueron otra de las herramientas que nuestros compañeros nos mostraron, que se convierte en una habitación diferente a las allí existentes y donde una vez insertos, los niños olvidan por momentos donde y por qué se encuentran allí. Las sonrisas, los juegos, las películas suponen un impass en la dura estancia en el hospital. Aunque ello no se destina únicamente a los pacientes, sino también a los padres, los cuales, sin duda, el ver esbozar a sus hijos una sonrisa es la mejor de las terapias para superar ese trance. Igualmente evaden sus mentes por momentos y se alejan temporalmente del contexto que les envuelve.





La ubicación de las aulas hospitalarias ha de estar visible y todos los miembros de la comunidad hospitalaria han de fijarse esta iniciativa como un aspecto más que va a beneficiar al bienestar del menor. Igualmente importante es la presencia de profesionales cualificados que conjuntamente han de trabajar para un único fin. En cuanto al papel del voluntariado, éste ha de ser complementario a la actividad del profesional, pero nunca sustituirla.







Se requiere una concienciación de todos ellos (comunidad hospitalaria) de que necesitamos de la colaboración de cada uno de los perfiles profesionales que allí trabajan. Solo así podrán hacerse las cosas correctamente, de nada sirve empecinarnos en nuestra propio punto de vista, sin escuchar si quiera lo que otros nos digan y que, sin duda, puede ser interesante. No olvidemos, y me reitero en ello que en la salud no solo inciden elementos sanitarios, sino también sociales… que se abra paso a estos profesionales de este ámbito que aquí también tienen su ubicación. Pero eso no supone relegarlo un papel meramente anecdótico, sino que esta incorporación ha de hacerse efectiva otorgándoles el lugar que le corresponda y teniéndose en cuenta como un elemento más de la comunidad hospitalaria. En otras palabras, se requiere que se le atribuyan las funciones específicas para las cuales son competentes. Ello no solo lo expreso desde el prisma de futuro profesional de lo social, sino también desde aquellos estudios que postulan la existencia de elementos sociales que repercuten en el estado de salud de la persona, y que como tal, han de tratarse.





Me despido con un video donde se relata la experiencia de un chico que acude a un aula hospitalaria.



2 comentarios:

  1. Bien Jaime, con el transcurso de las exposiciones noto al leer que temáticas te sorprenden, cuales despiertan en ti menos interés y cuales te gustan por encima de otras. Eso significa de además de correctas tus entradas, están llenas de implicación. Muy buen trabajo el que haces cada semana

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  2. Muchas gracias Almudena!!! SALUDOS.

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