sábado, 26 de marzo de 2011

EXPOSICIÓN GRUPAL: VIOLENCIA DE GÉNERO_ 02/03/2011


Lucía y Mª Carmen fueron las encargadas de llevar a cabo la exposición que giraba sobre la violencia de género, que a la postre resultó muy interesante y enriquecedora, principalmente por el atractivo de su puesta de largo. A continuación trataré de recoger lo más interesante de la misma, debatiendo, reflexionando y aportando en aquellos aspectos que considere más relevante.

Para comenzar, contaron con la colaboración de cuatro compañeras que voluntariamente decidieron participar en la dinámica. Para ello se les vendó los ojos y seguidamente dieron paso a un video donde una chica sufría las agresiones y vejaciones de su pareja. Tras preguntar a estas personas como se habían sentido, todas coincidían en afirmar que la angustia se había apoderado de ellas durante los escasos minutos que tardó el citado video. Pero realmente, ¿Cuál era el fin que perseguían? Mostrar, empatizar con un crío que día a día vive esta situación, porque como bien comentaron, ellos también se convierten en un elemento más sobre el que incide la violencia de género, pues no olvidemos que su temprano proceso de socialización puede tener consecuencias graves si no se encauza el camino a seguir. La situación es todavía más alarmante si de acuerdo a los datos estadísticos, éste nos revela que el porcentaje de víctimas con hijos asciende casi al 74%.

Con ello nos referimos a que hay cierto peligro de repetición de roles en futuras generaciones. Esto es un tema muy delicado en el cual, el menor en casos de maltratos, como bien se realiza, debe ser tratado con gran delicadeza, pues los problemas que se desencadenarían pueden ser muy graves si no se actúa en consecuencia. Y es que, a pesar de la inexistencia de estudios formales, muchos psicólogos que trabajan con maltratadores afirman la evidencia. Como Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco y experto en tratamiento con maltratadores, quien señala que uno de cada tres personas con las cuales ha trabajado (150 personas) responden a la repetición de roles aprendidos. Del mismo modo también señala que de las más de 3.000 mujeres maltratadas que ha atendido el equipo de Echeburúa desde 1995, una de cada seis sufrió o presenció situaciones de violencia doméstica en su niñez.

http://www.elmundo.es/documentos/2004/06/sociedad/malostratos/roles.html

Nuestras compañeras pusieron un video donde se mostraba cómo una niña trataba de imitar los comportamientos de su padre hacia su madre utilizando para ella a una muñeca, una escena que solo pensarla hace que se te erice el vello. Un video tan impactante que sin duda, también nos aporta otro elemento. Esta transferencia, imitación de roles no solo afecta y comprende al género masculino, pues en este caso era una niña quien asumía el papel de maltratadora. Os dejo el enlace, http://www.youtube.com/watch?v=GcRY4YQNvQg

Llegados a este punto es necesario destacar un aspecto que atañe a la delimitación conceptual del tema que aquí tratamos. Cuando nos referimos a violencia de género nos referimos, según la Ley 13/2007, de 26 de noviembre, de Medidas de Prevención y Protección Integral contra la Violencia de Género, a aquella manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres. Comprende cualquier acto de violencia basada en género que tenga como consecuencia, o que tenga posibilidades de tener como consecuencia, perjuicio sufrimiento de la salud física, sexual o psicológica de la mujer, incluyendo amenazas de dichos actos, coerción o privaciones arbitrarias de su libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada. Como puede observarse, no se contempla como violencia de género el caso en que la mujer sea la maltratadora y el hombre la víctima , pero ¿existe? La respuesta es sí.

Según datos del Consejo General del Poder Judicial, en 2004 se registraron 91 casos de violencia doméstica en los que murieron 100 personas, 84 mujeres (nueve menores de edad) y 16 varones (entre ellos, seis menores). En 85 de esos 91 casos, el agresor era hombre (93,4%); en otros cinco casos, la agresora era mujer; en un caso están imputados un hombre y una mujer […] En 2002 murieron 16 varones por violencia de sus parejas, mientras que un año antes habían sido sólo 3.” Estos datos también figurados en el anterior enlace revelan otra realidad, que con otra denominación (violencia doméstica) no está amparada por ninguna legislación. Es algo que recalcaron nuestras compañeras durante su exposición pues, a pesar de citarse mayormente el trato discriminatoria del hombre hacia la mujer, también en ocasiones nos recordaba que dicha actuación podría tener a ambos protagonistas, pero con papeles intercambiados.

Otro elemento destacado de la exposición fue las diferentes tipologías de conductas violentas que pueden apreciarse en un caso de violencia de género, éstas son las siguientes:

· Abusos físicos, especialmente a través de los golpes.

· Abuso emocional, verbal y psicológico: prohíbe y coacciona a la víctima rebajando su autoestima.

· Abuso sexual: se les obliga a realizar todo tipo de prácticas sexuales.

· Abuso ambiental: el maltratador se interpone e intercede en cualquier situación donde se desenvuelva la víctima.

· Abuso financiero: en este caso, el maltratador limita la capacidad de la víctima en la administración de sus bienes económicos.

Aunque algunas son más visibles y patentes que otras, por ejemplo, el daño físico se aprecia con mayor claridad que un abuso financiero, todos responden y son manifestaciones de violencia de género. ¿Qué les lleva a estas personas a mantener y prolongar la situación en la que se encuentra desde hace años? En ello incide varios factores, pero las compañeras destacaron entre otras el denominado como “Ciclo de la violencia de género” el cúal despertó especialmente mi atención. Éste revela tres fases: la de “tensión controlada”, donde el maltratador, hostil con la pareja no responde con agresiones; “pérdida de control”, se desemboca en situaciones de abusos en sus diferentes versiones; y por último, “Luna de miel”, es la etapa en la que el agresor se arrepiente de su comportamiento y realiza unas promesas a la victima que ésta cree.

Atendiendo al perfil de las víctimas que nos mostraron Lucía y Mª Carmen, realizaré una pequeña reflexión sobre la incidencia de algunos factores, así como en los ámbitos donde se debe incidir en una futura intervención:

Las víctimas de ciudades mayores suelen tener más conciencia de su situación.

La incidencia suele ser más alta en mujeres entre los 41 y 64 años.

El 69,8 % de las víctimas están casadas.

El 73, 7 de las víctimas tiene hijos (el 42 %, dos hijos)

El 43% de los casos es el marido o pareja quien ejerce de cabeza de familia.

En términos relativos, la incidencia del maltrato parece ser ligeramente superior entre las mujeres con menor nivel de estudios.

No se observan diferencias notables en el nivel de ingresos de los hogares de mujeres víctimas de violencia de género.

El 65,5% de las víctimas de violencia doméstica es, en términos de participación en el mercado de trabajo, inactiva. (Principalmente amas de casa)

Como puede observarse, el perfil de la persona maltratada, aunque presenta algunas connotaciones, sí que puede decirse que, en general, guardan muchas similitudes unos casos con otros.

Primeramente comentar que, la no denuncia u ocultación del problema, puede responder a la dependencia que la mujer cree tener de su pareja, obviando por ende, los recursos que ofrecen las administraciones públicas u otras asociaciones, y a las que obviamente tienen acceso. Este es uno de los aspectos en lo que se puede destinar esfuerzos, ya que en muchas ocasiones el desconocimiento en este terreno es patente. La información de éstos debe postularse como un elemento destacado dentro de cualquier campaña, del mismo modo que la víctima en cuestión tiene que sentirse respaldada, segura de contar con apoyos para dar el paso hacia la denuncia.

Otra de las cuestiones que pueden derivarse de la lectura del perfil de mujer maltratada que estamos realizando es la elevada tenencia de hijos/as por parte de éstas. Este hecho, ya mencionado anteriormente durante este escrito implica que cualquier trabajo que pueda llevarse a cabo con estas personas ha de tener como uno de los objetos prioritarios de diagnóstico, la situación en la cual se encuentra el menor, y si es necesario llevar a cabo medidas destinadas a la protección de los mismos.

Otro de los aspectos en los cuales podemos detenernos es que este tipo de violencia no solo afecta a aquellas familias donde el nivel de estudio o de ingresos es bajo, dado que como comentaron las compañeras, la violencia de género puede tener incidencia tanto en personas con alto status económico como en bajos, frente a lo que muchos puedan pensar. Como tantas y tantas veces hemos mencionado ya en esta asignatura, colectivos que en primera instancia no contemplaríamos como objeto de intervención, sí que pueden serlo y en ello no va influir el nivel económico o estatus social del que se pueda gozar.

Igualmente es importancia recordar que como profesionales de lo social, y atendiendo específicamente a la vertiente educativa del educador social, el trabajo ha de centrarse tanto con la persona maltratada como con la persona agresora, en un intento de impedir que estas conductas puedan repetirse ya sea con la propia pareja u otra que pudiera tener con posterioridad.

En cuanto al papel del educador/a social comentar que su presencia es escasa en estos temas, y en caso de existencia en algunos puestos, no se contempla para ello la figura masculina. Analicemos este enunciado.

Como nos comentaron Lucía y Mª Carmen, en asociaciones y fundaciones como la de Ana Bella, que fue el referente de su exposición, puede tener cabida la figura de este profesional. Desde estas líneas, reivindicar la presencia de educadores/as sociales, pues en asuntos como la violencia de género, las funciones y competencias propias de este profesional son muy útiles y valiosas para atender estas situaciones, trabajando en todos los ámbitos a los cuales esta conducta puede afectar. Así podemos encontrar desde actividades destinadas a la atención de la víctima, cursos y jornadas destinadas a maltratadores o llevar a cabo un seguimiento pormenorizado de los menores en caso de que lo hubiese. En cuanto a la mayoritaria presencia femenina en este sector, señalar que ésta tendencia tiene su lógica, pues en muchas ocasiones, mujeres que han sufrido situaciones de maltrato tienen fobia, rechazo al hombre, y es por ello por lo que es preferible que éstos puestos sean ocupados por mujeres.

Para concluir, destacar que, aunque hay una creciente sensibilización de la sociedad con respecto a estos temas, aún sigue persistiendo en algunos ámbitos la peligrosa tendencia de boca sellada a la hora de denunciar situaciones como las que esta exposición ha tratado. Vean como ejemplo el siguiente video, tan impactante como real. Queda mucho trabajo por delante…








3 comentarios:

  1. Jolín, me desconecto 2 semanas y me pilla el toro. Has escrito tanto que no me da tiempo a seguirte. Eso está bien.

    La entrada muy correcta, bien el contenido y buena estructura.

    A partir de esta semana terminais la exposición, asi que quiero que vayas pensando en implicarte más en las exposiciones. No el contenido que está muy muy bien, sino la opinión que tienes de lo que vamos haciendo cada clase.

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  2. De acuerdo, Almudena. Pero con ello te refieres a que muestre mi opinión acerca de los debates que se generen en clase sobre las diferentes intervenciones, así como con las actuaciones que se estén llevando con lo propios colectivos en sí, ¿verdad?

    Lo tendré en cuenta para futuras entradas, gracias. Un saludo.

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