lunes, 28 de febrero de 2011

EXPOSICIÓN GRUPAL: ADICCIONES_ 16/02/2011


El 16 de febrero de 2011 tuvo lugar la segunda de las exposiciones grupales, siendo la temática tratada, las adicciones. Los miembros del grupo emplearon la herramienta informática de Power Point para llevar a cabo sus explicaciones.

Para comenzar señalar la importancia actual que cobra en nuestra sociedad el mundo de las adicciones. Si a muchos nos cuestionasen sobre las mismas, seguramente nos decantaríamos por señalar: el alcohol, las drogas o el tabaco. ¿Por qué? Básicamente porque ha sido los que tradicionalmente han sido acuñado a este asunto. Pero las adicciones han sufrido cambios, transformaciones, todo ello al ritmo que marca una sociedad en continuo movimiento. Para un mejor análisis, echemos la mirada atrás y veamos la evolución existente desde el siglo pasado, centrando mayor atención a los últimos años. Se recurrirá a varias fuentes de naturaleza electrónica, así como al temario de alguna que otra asignatura impartida en esta titulación para la elaboración de dicho relato cronológico.

Así, durante la mayor parte del siglo XX el único problema de importancia de drogas del Estado español fue el alcoholismo, y su tratamiento se llevaba a cabo en los centros sanitarios dirigidos por psiquiatras. En la segunda mitad de la década de los 70 se produjo en España una importantísima explosión del consumo de una sustancia derivada del opio: la heroína, lo que implicó una rapidísima demanda asistencial y una alarma social no prevista por las autoridades. Durante este periodo también se empieza a conformar lo que se conoce como “consumo recreativo” de drogas, es decir, el consumo, en ocasiones simultáneo, de sustancias como el alcohol, el cannabis, la cocaína, o el éxtasis.

A diferencia de los consumos que tenían lugar, de forma más extendida, en la década anterior, durante los noventa se incrementa notablemente la asociación de los consumos de esas sustancias a los espacios de ocio, de forma que se incorpora de forma creciente a los estilos de vida de sectores de población (en ocasiones prácticamente adolescente), que lo practican en un marco de «normalización» muy diferente al de los usuarios de heroína de la década anterior, cuya característica más destacable había sido la marginación de los consumos y el gran deterioro físico que producía el consumo de heroína en un espacio de tiempo muy breve desde el inicio del consumo.

Para muchos de estos adolescentes y jóvenes, este modo de consumo llega a considerarse prácticamente como un rito de entrada en la vida adulta y de integración en el grupo de iguales y, en general, se lleva a cabo compatibilizándolo con el mantenimiento de estilos de vida integrados, tanto en el ámbito familiar, como en el educativo e, incluso, en el laboral, en el caso de quienes ya están trabajando.

Entre los años 2000 y 2008, período de vigencia de la primera Estrategia Nacional sobre Drogas, algunos de los elementos más destacados, en relación con los consumos son:

  • Después de muchos años de descenso continuado del consumo de heroína, algunos datos parecen apuntar a una estabilización del mismo o a un cierto incremento en el caso de la heroína fumada.
  • Ha descendido el consumo de tabaco, aunque la proporción de personas fumadoras sigue siendo alta.
  • Ha descendido la proporción de consumidores de bebidas alcohólicas, aunque ha aumentado la frecuencia de episodios de consumos intensivos (borracheras).

En el caso de Andalucía, el Estudio de la “Población andaluza ante la drogas” (2007), establece que, después del tabaco y el alcohol, las drogas con un uso más extendido en la población andaluza son el cannabis (22% consumo alguna vez en la vida) y la cocaína en polvo (8%, alguna vez en la vida). El éxtasis y los alucinógenos presentan también prevalencias relativamente altas (4,4% y 3,6% de consumidores alguna vez en la vida, respectivamente). El consumo ocasional de cocaína en polvo, de éxtasis y de alucinógenos se ha incrementado con respecto al año 2005; los consumos más recientes (último mes) de estas sustancias se mantienen más estables.

No hace falta avanzar más en este aspecto para comprobar que la mayor parte de los estudios se centran en el consumo de sustancia, pero ¿existen otras adicciones que no impliquen ello y que también requieren de intervención? La respuesta es contundente, SI. Vean el siguiente video: http://www.cuatro.com/noticias/videos/adicciones-sustancia/20110126ctoultpro_24/. Con una denominación u otra, todas pertenecen a lo que ha venido a calificarse como NUEVAS ADICCIONES.

Todo lo anteriormente comentado nos hace pensar que las mayor parte de los esfuerzos se destinan a la prevención de drogas, no obstante, pienso que en un tiempo no muy lejano se harán necesarias legislaciones y programas específicos que contribuyan a paliar, mitigar, prevenir el acceso a las nuevas adicciones e incluso el incremento de investigaciones en este terreno conducirán inevitablemente a la construcción de un marco de referencia para el trato de éstas. Veamos pues algunos ejemplos que demuestran como leyes, planes y proyectos aúnan esfuerzo por tratar específicamente las adicciones acuñadas únicamente al consumo de sustancias, no existiendo por el momento otras que trabajen las nuevas adicciones.

- Decreto 167/2002, de 4 de junio, por el que se desarrollan determinados aspectos de la Ley 4/1997, de 4 de julio, de Prevención y Asistencia en materia de drogas.

- Decreto 294/2002, de 3 de diciembre, por el que se crea y regula el Observatorio Andaluz sobre Drogas y Adicciones.

- Decreto 300/2003, de 21 de octubre, que regula los tratamientos con opiáceos de personas dependientes de los mismos.

- Decreto 301/2003, de 21 de octubre, que regula la composición y funcionamiento de las Comisiones Provinciales de Drogodependencias.

- Plan de Acción sobre Drogas 2009-2012

Como podemos observar, existe una carencia en el sentido que postulo, aunque obviamente es un tema de copiosa actualidad y la demanda social no es tan exigente como en el consumo de drogas. Quizás, en unos años, podamos estar hablando de planes específicos que atienden a las ya catalogadas como nuevas adicciones, que incluyen las referentes a las nuevas tecnologías, el juego, el trabajo, las compras…

Si hablamos del perfil de los adictos no podemos entablar unos rasgos estándar o comunes para todos. No obstante, sí que estamos en disposición de señalar que una vez sumergidos en este vicioso mundo, las características que suelen presentar los consumidores son: existencia de hábitos no saludables de vida, debilitamiento del yo, vacío existencial o quebrantamiento emocional. Antes, quizás podríamos hablar de marginalidad, inseguridad ciudadana y deterioro físico para referirnos a las consecuencias que se derivaban más concretamente en el consumo de drogas, especialmente de la heroína. Sin embargo, el interés se encamina ahora hacia otros cauces, otros aspectos que también afectan directamente: la violencia, los accidentes de tráfico, fracaso escolar… Es pues una problemática cada vez más extendida, donde la sociedad ha tomado conciencia. Esto, además, nos traslada a otra cuestión puesta en evidencia: las adicciones no solo afectan al ámbito de la marginalidad y la exclusión y existe una peligrosa tendencia a la normalización. Será el siguiente punto que tratemos.

Si allá por la mitad del siglo pasado preguntasen a la población dónde es generalizado el consumo de drogas y qué grupo es el principal consumidor de las mismas, la gran mayoría de los cuestionados posiblemente se postularían por señalar los espacios marginales de las ciudades como lugar físico donde se desarrollan estos actos, señalando a su vez sectores de población en exclusión como los principales destinatarios. Sin embargo, si actualmente hiciéramos la misma pregunta ¿habría coincidencias? Opino que NO. El mundo de las adicciones está cada vez más extendido entre la población e incluso me atrevería a decir que afecta aún más en familias que podían catalogarse como “normalizadas” y con nivel adquisitivo medio-alto. Es un asunto que en algunas ocasiones hemos hablado en clase, pues a veces tendemos a discriminar en sentido positivo a sectores de población que en primera instancia pensaríamos que queda al margen de una intervención educativa, principalmente por su estatus social u otros datos significativos, como es su nivel económico. Esta asignatura nos ha mostrado esa otra cara, el “síndrome del emperador”, “los superdotados” o este tema precisamente, el del mundo de las adicciones, así lo atestiguan. Igualmente, la existencia de sustancias aceptadas socialmente como el caso del tabaco está provocando una peligrosa extensión tolerante a otras adicciones cada vez más arraigadas en el ámbito social y a las que posiblemente no se le preste la misma atención.

Tras líneas y líneas de escrito, quisiera llamar a la reflexión a los lectores de mi blog, ¿Qué es una adicción? Muchos presumiremos saber una cuestión que pese a su aparente evidencia, no lo es tal. Imaginemos, una persona que bebe abundante alcohol durante los fines de semana e incluso se permite una copa durante otros días intersemanales, ¿hasta qué punto es adicto a ello? Piensen, mientras os traslado a otro caso con el que vamos a hacer comparación. Otro chico/a siente la necesidad de beber un trago de vino todos los días, pero en pequeñas cantidades, simplemente para aliviar su ansiedad. ¿Cuál de los casos puede considerarse una adicción al alcohol, el primero, el segundo o los dos? Difícil cuestión, ¿verdad? Situaciones tan diferentes como las mostradas pueden paradójicamente tener muchas coincidencias, y casos como estos podemos encontrárnoslo día a día en nuestro desempeño profesional. El primero parece claro, pero ¿y el segundo? ¿Pensáis que sería objeto de intervención? La respuesta no es tan sencilla como para aventurarnos a contestarla. Quizás esa necesidad oculte un problema mayor; quizás no.

Os pongo en otra situación que seguro a todos nos resultará familiar. Vivimos en la sociedad de la información, necesitamos estar constantemente conectados a la red… ¿tenemos una adicción? O mejor dicho, ¿somos objeto de intervención educativa? Complicado planteamiento, pero no olvidemos el carácter individual de cada caso y las connotaciones que puede tener para unos y otros diferentes circunstancias o hechos. Es pues necesario un buen diagnóstico, trabajo de investigación, y enlazo con ello mi constante demanda en este blog del trabajo multidisciplinar en el que las figuras del educador/a social y trabajador/a social deben ser visibles. Las primeras apreciaciones muchas veces engañan y quizás esa aparente `normalidad` que nos podría resultar por ejemplo, el segundo de los casos citados en referente al alcohol, nos impida captar las señales que una problemática oculta nos emite. Reitero, fundamental el trabajo de los dos perfiles profesionales citados (también incluiría psicólogos) para emprender tareas de esta envergadura e importancia. No es que tengamos un “don” especial para sacar los entresijos de una determinada conducta, simplemente gozamos de la cualificación oportuna y necesaria para la atención y el trabajo de temas tan delicados como los descritos. A cada profesión le pertenece un espacio, y aquí claramente estas profesiones tienen el suyo.

Finalizando con la reflexión de la temática que aquí nos concierne, subrayar el papel que el tercer sector realiza con esta población, complementando e incluso cubriendo en ocasiones las actuaciones que pueda desarrollar la Administración Pública. Aunque me tachen de reiterativo vuelvo a hacer mención e hincapié en la importancia de las familias para salir de un círculo vicioso en los que muchos no encuentran salida. De gran valor también la actitud de acogimiento que la sociedad ha de tener con estas personas una vez reinsertadas, destacándose las empresas que mediante acuerdos facilitan la integración laboral de éstas, pues no olvidemos que si la ausencia de empleo es un factor casi determinante para la marginación social, también es uno de los mecanismos más eficiente con los cuales hacer sentir a la persona útil y valiosa en el conjunto de la sociedad.

En este sentido quisiera señalar los programas implementados por la Junta de Andalucía, como es el caso del “Arquímides”, que financiado por el Fondo Social Europeo (FSE) tiene como finalidad convocar ayudas de carácter permanente para promover la contratación de drogodependientes y personas afectadas por el juego patológico y facilitar el acceso de estas personas al mercado laboral, incentivando su estabilidad en el empleo mediante contratos de trabajo de carácter indefinido o temporal, siendo necesario complementar con la formación necesaria que permita programar cursos dirigidos especialmente a este colectivo.

Con ello, me despido.

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