domingo, 5 de junio de 2011

"EL GRAN SAQUEO"_ SESIÓN ORDINARIA_ 11/05/2011


El pasado miércoles, 11 de mayo hicimos un inpass en cuanto a las exposiciones grupales para adentrarnos en el análisis y reflexión del artículo que figura en el diario “EL PAÍS”, datado del día 9 del mismo mes. “El gran saqueo” es el título que Joaquín Estefanía, su autor, le otorgó al mismo. Las siguientes líneas trabajarán el citado texto.


Primeramente antes de adentrarme específicamente en él, quisiera hacer recordatorio de una de las actividades que realizamos para esta asignatura, referidas a una noticia cuyo título recogía “La cohesión social se agrieta”. Meses después volvemos a incidir sobre la misma, pues ambas hacen referencia a una misma temática, que no es más que la cohesión social. Por ello en mi reflexión también haré mención intencionada de la misma.


La crisis económica en la que estamos inmersos desde hace ya bastante tiempo comenzó por aquel entonces a hacerse visible y patente en muchos ámbitos de la sociedad. Sin embargo, años después la situación no vislumbra una salida y el ratio de alcance de la misma se extiende a ritmo vertiginoso. Solo hay un asunto claro: es en los pobres donde más incide esta crisis que muchos empiezan a catalogar como la hecatombe definitiva del sistema capitalista.


El texto nos aporta datos significativos, pues contempla la evolución de los diferentes periodos de crisis a lo largo de nuestra historia reciente y su repercusión sobre la población. Lo cierto es que las primeras de ellas, figuradas a comienzo de la democracia, tuvo un impacto menor que en la actualidad, y en ello influyó el desarrollo de prestaciones sociales para tratar de paliar las deficiencias. Hoy en día, el escaso desarrollo de éstas está provocando situaciones diversas y algunos indicadores revelan a ciencia cierta la inestabilidad del sistema. Nos encontramos, como indicó el sociólogo Becks, en la “Sociedad del riesgo” donde la incertidumbre es la nota predominante en el conjunto de la sociedad: trabajos precarios y temporales, altas tasas de paro… pero el sistema no haya respuesta para estas situaciones y los cimientos del Estado de Bienestar cada vez se ponen más en entredicho.


Si tuviera que destacar algo de ambas noticas me decantaría por señalar la importancia vital que la economía copa en los procesos de cohesión social, entendido ésta como la igualdad de todos en el acceso a los recursos y oportunidades. Es notorio que ésta se encuentra agrietada y cada vez son más los que se ven abocados a los límites de la vulnerabilidad social. Se dice que la crisis ha afectado a todos, pero no en la misma medida. Aquellos más pudientes apenas notan los efectos de la misma y su status social no sufre cambios; situación muy diferente para aquellos que encontrándose en círculos vulnerables sienten que se desplazan al límite de la pobreza, que no olvidemos no solo refiere a escasez de recursos económicos, sino también al debilitamiento de capacidades humanas fundamentales. Una vez más y eso es algo que no ha cambiado en los sucesivos periodos de crisis, siempre son los mismos sobre los que inciden las imperfecciones del sistema.


Como ya comenté en su respectiva entrada destinada al artículo ya trabajado, los sectores afectados por la crisis no solo se limitan a aquellos tradicionalmente pobres, sino que también abarca aquellas otros ámbitos en los cuales antes no incidía la crisis. El texto cita por ejemplo en este caso a los padres de familia, principales sustentadores de sus más allegados y que se configuran como el pilar sobre el que gira la misma. Los factores que en el influyen también tiene consecuencias sobre otros miembros de la familia y la incertidumbre (término por excelencia en el contexto actual en el cual nos encontramos) se apodera de ellos.


Como comenta Joaquín Estefanía, la insuficiencia de las políticas públicas está posibilitando que muchos no puedan beneficiarse de las medidas destinadas para ellos. Es algo que todos conocemos. Pero sí que quisiera resaltar también, como así lo hizo el texto “La cohesión social se agrieta” que puede ser que los esfuerzos que desde instancias institucionales se realizan no sean inferiores a los proporcionados en otros periodos de crisis, y lo que en ello ha influido es una demanda desbordada que conlleva que las posibilidades de acceder a un recurso sean más complicadas que en tiempos atrás, donde la incertidumbre se hacía notoria únicamente en sectores muy específicos.


Hasta ahora me he centrado básicamente en la incidencia de la crisis económica en la cohesión social, que como se ha reiterado ha fragmentado la misma, pero ¿es que antes de la recesión podíamos hablar de la existencia de ésta? En absoluto, nuestra sociedad siempre ha otorgado un más fácil acceso a los recursos a unos que a otros. La Brecha Digital, según la cual existen distancias entre personas y grupos sociales en el acceso y uso de las nuevas tecnologías es un ejemplo ilustrativo de ello, y esto era visible aún cuando la crisis no había hecho acto de presencia, ni obviamente nos azotaba con la virulencia que ahora lo hace. Nuevamente se pone en la liza las capacidades económicas, aspectos determinantes en nuestra sociedad para poder alcanzar los recursos. Claro que ahora es más notoria esa fractura en la cohesión social, pero no nos engañemos que ello ha sido una constante a lo largo de la historia.



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